sábado, 13 de julio de 2013

Aros Estrellitas




Nuevo taller y espacio showroom



 No hay que ser agricultor, para saber que una buena cosecha requiere de buena semilla, buen abono y riego constante. También es obvio que quien cultiva la tierra no se impacienta frente a la semilla sembrada, halándola con el riesgo de echarla a perder, gritándole con todas sus fuerzas: ¿Crece, por favor!
Hay algo muy curioso que sucede con el bambú japonés y que lo transforma en no apto para impacientes: siembras la semilla, la abonas, y te ocupas de regarla constantemente.
Durante los primeros meses, no sucede nada apreciable. En realidad, no pasa nada con la semilla, durante los primeros siete años, a tal punto que, un cultivador inexperto, estaría convencido de haber comprado semillas infértiles.
Sin embargo, durante el séptimo año, en un período de sólo seis semanas, la planta de bambú, crece ¡más de 30 metros! ¿Tardó sólo seis semanas crecer? No, la verdad es que se tomó siete años y seis semanas en desarrollarse.
Durante los primeros siete años de aparente inactividad, este bambú estaba generando un complejo sistema de raíces que le permitirían sostener el crecimiento, que iba a tener después de siete años. Sin embargo, en la vida cotidiana, muchas veces queremos encontrar solucionas rápidas y triunfos apresurados, sin entender que el éxito es simplemente resultado del crecimiento interno, y que éste requie re tiempo. De igual manera, es necesario entender que en muchas ocasiones, estaremos frente a situaciones en las que creemos que nada está sucediendo. Y esto puede ser extremadamente frustrante. En esos momentos (que todos tenemos), recordar el ciclo de maduración del bambú japonés, y acepta que "en tanto no bajemos los brazos", ni abandonemos por no "ver" el resultado que esperamos, sí está sucediendo algo dentro nuestro... estamos creciendo, madurando.
Quienes no se dan por vencidos, van gradual e imperceptiblemente creando los hábitos y el temple que les permitirá sostener el éxito cuando éste al fin se materialice.
Si no consigues lo que anhelas, no desesperes...quizá sólo estés echando raíces...
 Como el bambú japonés, luego de siete años, he cambiado de hogar, y aquí tengo mi propio espacio para el taller, y para mostrar los productos en el showroom. Gracias, gracias, gracias...totales, a mi familia, a mis amigas y a todos los seguidores de Kokoro Kara.